Espacio social y democracia

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Editorial 19, Revista Estoa, enero 2021

A través de este número, nos gustaría explicar un espacio social polivalente producido en el hecho de la democracia universitaria, y que florece en Estoa por el conocimiento generado desde múltiples ámbitos de la investigación urbano-arquitectónica.

“Gobierno del pueblo” es el significado que más se acerca al origen etimológico de la palabra democracia, pero ¿cuántas democracias caben en el espacio? y ¿cuál es el rol de esos lugares en la práctica democrática? Si asimilamos al menos cuatro formas democráticas con características propias y traducción en el espacio, pensaríamos de menos a más, en una Democracia parcial perpetrada en despachos, oficinas y salas ejecutivas, incluso en espacios de culto; y claro, en la plenamente reconocida Democracia representativa, formalizada en palacios presidenciales, parlamentos, recintos electorales y salas de consejos. Pero también podemos reconocer formas democráticas más participativas, que alcanzan plazas y parques, auditorios y foros de socialización, aunque allí la cuota de participación todavía está condicionada por agentes de representación. Estos límites nos conducen a mirar con atención a la más antigua de las democracias, aquella concebida como Directa, que desprendida de cánones liberales se configura en el espacio urbano o la calle como su expresión más notable, pero también en centros de barrio, definidos por la espontaneidad de los encuentros vecinales o comunitarios. Entonces, se entiende que una democracia directa en la escala de lo urbano engendra al espacio social en su máxima expresión. Siendo así, la noción de “espacio social” es algo que nos vemos obligados a esclarecer en esta editorial. Para ello nos apoyamos, de modo sumario, en el trabajo de Henri Lefebvre La producción del espacio (1974).

El espacio social es el espacio de la sociedad, de la vida social. El hombre no vive únicamente por la palabra, decía Lefebvre. Cada sujeto se sitúa en un espacio donde se reconoce o se pierde: un espacio para gozar o modificar. El espacio social no es una cosa entre las cosas, un producto cualquiera entre los productos. Más bien, envuelve a las cosas producidas y comprende sus relaciones en su coexistencia y simultaneidad, en su orden y/o desorden relativos. En tanto que resultado de una secuencia y de un conjunto de operaciones, no puede reducirse a la condición de simple objeto. Como efecto de acciones pasadas, el espacio social permite que tengan lugar determinadas acciones, sugiriendo unas y prohibiendo otras. Unas acciones remiten al universo de la producción, otras al disfrute de los productos, es decir, al consumo.

Así, el espacio social implica múltiples conocimientos, por lo que ni la naturaleza o el medio físico, ni su historia, pueden aclararlo suficientemente. Ni siquiera la cultura, en tanto que alienada por el mundo de las mercancías y reductora de la teoría de la producción del espacio. Para el teórico francés, el espacio social contiene objetos muy diversos, tanto naturales como sociales, incluyendo redes y ramales que facilitan el intercambio de artículos e informaciones. Por ello, no se reduce ni a los objetos que contiene ni a su mera agregación, ya que tales objetos no son únicamente cosas sino también relaciones. Entonces, el espacio es asimismo una relación social que manifiesta su polivalencia, su realidad a la vez formal y material, como un producto que se utiliza y se consume, y también como medio de producción, por las redes y flujos que lo determinan y que son determinados por él.

A la luz de la democracia en la universidad pública, nos situamos en aquellas formas de representación que producen el espacio en recintos eleccionarios y consejos diversos. Esta cualidad del espacio electoral es repetitiva por regla, y sin embargo puede alterarse bajo condiciones inéditas, como la voluntad de ejercer la democracia en el contexto de una pandemia global que ataca las funciones de proximidad física. Así pues, saldremos a votar por restringida que esté nuestra congregación en el espacio. Otro signo del ejercicio democrático se produce cuando la comunidad que conforma la universidad decide volcarse a las calles para reivindicar (con la sociedad) el respeto por sus derechos a una educación pública de calidad. Entonces, esta fluidez de las relaciones sociales, que mutan a nuevas formas de espacios democráticos en el quehacer universitario, dan cuenta de la versatilidad del espacio social como tal.

Este 2021, Estoa abre con catorce nuevos artículos en su afán de divulgar los avances del conocimiento relativo al espacio urbano y arquitectónico; avances que implican una fuerza productiva del espacio social, dando respuesta a un conjunto de interrogantes y desafíos en los ámbitos de la enseñanza de la arquitectura, los estudios urbanos, la conservación del patrimonio cultural edificado, y la eficiencia constructiva y energética.

Solano Meneses se cuestiona sobre las implicaciones de las ciencias cognitivas en el diseño arquitectónico inclusivo. Siguiendo esta línea, Martínez-Vitor y Salva-Pérez se plantean en qué medida la aceptación o rechazo de un proyecto arquitectónico se produce por la vinculación de las emociones y sentimientos del aprendizaje con el proceso de deliberación sensitiva del proyecto. Granados-Manjarrés se pregunta cómo cambiar el statu quo del taller en la enseñanza del proyecto arquitectónico. Real Ramos y Yunda plantean la efectividad de implementar el sistema de Aprendizaje Basado en el Juego en la enseñanza de arquitectura para responder ante los retos de desinterés y falta de concentración de los estudiantes. Bravo de Laguna Socorro indaga en las oportunidades pedagógicas y experimentales que ofrece la colección de siete juegos de cartas sobre arquitectura. Y el trabajo de Hernández Sánchez y De la Torre Sánchez, pone a prueba las estrategias que pueden desplegarse desde proyectos académicos en las escuelas de arquitectura para resolver problemáticas integración social en la ciudad.

En el campo de los estudios urbanos, Períes, Barraud y Kesman se centran en la profundización de una metodología y técnicas para la caracterización de componentes paisajísticos para la construcción de catálogos de paisaje urbano. Arredondo Garrido identifica unas claves para la recuperación del paisaje cultural de la Vega de la Granada, aprovechando sus espacios de transición. Fernández Villalobos y Jiménez Sanz revelan las relaciones que esconde la Capilla del Bosque de Heikki y Kaija Siren con el lugar y su representación en otros espacios religiosos; y Bueno Carvajal se interroga acerca de los enfoques bajo los cuales podemos comprender la identidad urbana para el análisis de la ciudad contemporánea a través de su espacio público.

En la línea del patrimonio cultural edificado, Ortega y Pérez V. se cuestionan sobre cómo ha incidido el Plan Regulador Comunal de Santiago de Chile en la conservación del patrimonio construido de la ciudad; y Juca Freire plantea la capacidad de la gobernanza participativa del patrimonio para convertirse en un medio efectivo de empoderamiento de las comunidades hacia la sostenibilidad. Por último, desde el ámbito de las construcciones y la eficiencia energética, Socarrás-Cordoví, Álvarez-Deulofeu y Lora-Alonso resuelven la necesidad de pronosticar los cambios en el comportamiento sísmico de edificaciones construidas con el gran panel soviético; y Wieser, Rodríguez-Larraín y Onnis desarrollan un prototipo que permite definir las estrategias bioclimáticas para obtener el confort térmico en la vivienda altoandina del Perú.

Así resulta que, operando en la geografía pública de la democracia universitaria, la revista Estoa se declara pilar en la producción del espacio social, desde su contribución al florecimiento del conocimiento y las técnicas que involucran las posibilidades de progreso en el ámbito urbano-arquitectónico. 

Ver publicación, https://doi.org/10.18537/est.v010.n019.e01

Ver el número completo de la Estoa 19, https://doi.org/10.18537/est.v010.n019

Verdad científica y universidad pública

Editorial 18, Revista Estoa, julio 2020

“La hora de la verdad es su colisión con la realidad. La verdad científica se inclina ante la realidad, no importa la autoridad ni el prestigio de quien haya enunciado la verdad antigua o la nueva” (Wagensberg, 2002).

La universidad pública, una de las más admirables conquistas de las clases trabajadoras en la historia de la humanidad, sufre el embate de un ciclo de neoliberalismo avanzado en varios países de la región, agravado por la fuerza de la pandemia del Covid-19, lo que acentúa las profundas desigualdades sociales existentes. Sin embargo, esta editorial no pretende dar indicaciones para el porvenir de la divulgación científica ‘tras la catástrofe’ dado que apenas nos encontramos atravesando unos meses de su estallido mundial. Por ahora solo nos preguntamos sobre las consecuencias que acarrean las ciencias y su divulgación en medio de este lodazal y cómo encarar esta anomalía global en el horizonte de una búsqueda de la verdad promovida por la investigación científica.

No podemos negar, en esta etapa de nuestra existencia editorial, la importancia de la presencialidad para descubrir y experimentar todo aquello que hace a la vida digna de ser vivida. El peso de la Universidad en este caso es invaluable, digamos, por lo que pasa en ella, especialmente en lo referente a lo que planteaba Humboldt cuando decía que el profesor ya no se debe al alumno, sino que ambos, profesor y alumno, se deben a la verdad. Así, el catedrático Fernández Liria (2020) nos propone llamar presencialidad a eso capaz de hacer presente “todo aquello por lo que merece la pena estar vivo, la verdad, la justicia y la belleza”.

En primer lugar, vamos a coincidir con el profesor Fernández Liria en la idea de que proclamar ahora una gran ocasiónpara afrontar los nuevos retos y desafíos de la universidad pública, no resolverá en nada la humillación que nos está propinando el manejo neoliberal de la crisis, desplegándose las condiciones idóneas para la reducción de la investigación pública por el mecenazgo privado en un nuevo escenario de virtualidad forzada y la irrupción de tecnologías de la comunicación, que buscan revolucionar la velocidad y el modus operandi de los procesos educativos, con el apagón definitivo de aquella presencialidad. Si todo esto provoca vértigo, ¿qué decir de la disminución sistemática de los presupuestos públicos enfáticamente en los rubros que suponen el avance de las ciencias? Entonces, ¿por qué confiar decididamente en la investigación científica, y qué rol cumple Estoa en este pilar de la educación pública?

Podemos partir de una premisa de Jorge Wagensberg bajo la cual existe una ética basada en la búsqueda de la verdad científica, una verdad que elude a la realidad más que al conocimiento y que guarda un interés legítimo en el experimento dentro de la fase de la investigación. Allí, plantea Wagensberg, “experimentar es conversar con la realidad” (2002). En esta dirección, el conocimiento específico, como el que persigue cada edición de la revista Estoa, nace de una verdad (en la ciencia) fundada en la fidelidad a los tres principios (método) señalados por el científico español: objetividad, inteligibilidad, y el principio dialéctico.

De acuerdo al principio de objetividad, la verdad científica tiende a ser universal. El principio de inteligibilidad promete que la realidad más inteligible es la más compacta e irreductible: la palabra, la fórmula, etc. Aquí la verdad científica sirve para comprender un trozo de la realidad, tendiendo a ser útil para anticiparse a la incertidumbre. Por último, de todas las maneras de representar la realidad, el principio dialéctico es el que más se arriesga a entrar en contradicción con la realidad misma, ayudando a la ciencia a ser coherente y completa. La verdad científica, en virtud de este principio, necesariamente cambia, siendo una verdad con minúscula, provisional, inacabada, pudiendo actualizarse una verdad por otra. Esta es la grandeza de la verdad científica y la razón fundamental de la existencia de Estoa desempeñándose en la universidad pública, en donde, además, la ciencia es y deberá ser una ciencia abierta. En esta perspectiva, es digno señalar que la Universidad de Cuenca y su Facultad de Arquitectura y Urbanismo no claudican a la urgencia de defender y respaldar los procesos que propician la búsqueda de esa verdad científica y multiforme revelada en revistas como Estoa.

En momentos de crisis concurrentes atravesadas por tragedias personales, locales y globales, el proceso editorial no se detuvo, y si en algo hemos de pararnos es únicamente para manifestar un reconocimiento al esfuerzo añadido de autores y autoras, a la generosidad académica de evaluadores y evaluadoras, todos ellos decididos a continuar, a pesar de la fractura repentina de lo cotidiano, porque comprenden la delicada importancia de investigar en este mundo. Por supuesto, de igual forma mi agradecimiento al Equipo editorial de la revista Estoa y al Comité científico que lo acompaña. En esta segunda edición del 2020 se publican doce artículos pertenecientes a 15 autoras y 11 autores con filiación a 15 universidades en 7 países (España, Argentina, Brasil, Cuba, Chile, Ecuador, y Colombia), contando con la participación de más de 30 evaluadores académicos internacionales.

Consideramos que este abnegado número no solo llega puntual, sino que perdurará discretamente en la historia de la revista por poblar el confinamiento social de diversas aproximaciones a la realidad, desde la arquitectura hasta el urbanismo, y por permitir la conversación masiva entre las investigaciones, dejando que la sociedad y la academia se nutran de ellas. Como diría Fernández Liria, “nosotros no necesitamos triunfar en los negocios, sino trabajar en la verdad, reflexionar sobre la justicia y agradecer que en este mundo haya poesía y belleza” (2020).

Fernández Liria, C. (2020). La Universidad vaciada. Cuarto Poder. Recuperado de https://www.cuartopoder.es/ideas/2020/05/15/la-universidad-vaciada-carlos-fernandez-liria/

Wagensberg, J. (2002). La verdad en ciencia. Letras Libres. Recuperado de https://www.letraslibres.com/mexico-espana/la-verdad-en-ciencia

Ver publicación, https://doi.org/10.18537/est.v009.n018.e01

Ver el número completo de la Estoa 18, https://doi.org/10.18537/est.v009.n018

Una nueva ola en la Revista Estoa de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Cuenca

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Editorial 17, Revista Estoa, enero, 2020

Al iniciar de cada año le corresponden múltiples significados. Algunos socialistas italianos de los años veinte, por ejemplo, creían que la sociedad había adquirido un fetichismo por las fechas, que conducía inevitablemente a la promesa de cierres y reinicios. Del mismo modo, desde Estoa pensamos que por cada número nuevo de la revista no podemos perder el sentido de continuidad de la vida y del espíritu, y acabar creyendo que de verdad entre un número y otro hay un arreglo de continuidad y que empieza una nueva historia, haciendo buenos propósitos y lamentando, cada vez, los errores añadidos. Bajo esta significación, la revista intenta renovarse cada día, con su Consejo Científico y Editorial innovando sin descanso y procurando regresar en cada publicación con más rigor y vigor que antes.

El presente número confirma lo alcanzado por la revista en casi ocho años de existencia y 16 ediciones semestrales ininterrumpidas. En esta ocasión, se han concretado ocho nuevos artículos, de los cuales uno fue editado en lengua inglesa. De modo general, el número 17 de la revista se compone por un coro de investigaciones originales en los campos de la teoría del espacio arquitectónico y urbanístico, los métodos sociales en la enseñanza-aprendizaje de la arquitectura, la innovación tecnológica en los procesos de transformación energética y la práctica de la conservación patrimonial. Cada artículo, en estrecha conexión con las líneas de investigación de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Cuenca, principal entidad benefactora de los avances científicos, teóricos y críticos aquí expuestos, tanto regionales como globales, en las áreas de arquitectura y urbanismo.

La edición abre con la contribución de Criollo-Álvarez, Maks-Davis & Rodríguez-Guerra sobre una metodología participativa en áreas residenciales inseguras y sin base legal de Llano Chico, Quito (Ecuador) para la definición de un proyecto de energía fotovoltaica. De otra arista, se presentan una serie de artículos de orden teórico-crítico. El primero de Llamazares, Ramos & Zaparaín, establece una conexión filosófica en Heidegger de la práctica escultórica de Oteiza y Judd en tributo a la producción de nuevas vertientes para la teoría arquitectónica; por su lado, Pérez-Igualada & Vicente-Almazán dejan ver una relación entre espacio, tiempo y paisaje desde las perspectivas del espacio percibido y concebido con importantes consecuencias en cuanto a los sistemas de representación. En este ámbito, Goytia-Goyenechea & Martínez-Roldán desarrollan una revisión del conocimiento universal sobre la representación esencialmente geométrica del espacio urbano para la invención de ciudades y territorios en la historia.

El resto de investigaciones afirman la presencia de Estoa en el país y en la región latinoamericana. En orden, aparece un estudio desde Zaruma (Ecuador) con Romero, que muestra las técnicas de levantamiento fotogramétrico y de relevamiento en la principal iglesia de la ciudad patrimonial. Más adelante, Cortés & Rismanchi presentan una revisión de las intervenciones realizadas en el sistema residencial del sur de Chile debido a la contaminación que produce el uso de la leña para calefacción y cocina, mostrándose poco efectivas para avanzar en la mejora de su eficiencia energética. El número concluye con Hernández & Sierra, que enfrentan la práctica socio-espacial urbana a la tarea de diseño urbanístico en la formación del arquitecto, a través de un ejercicio puntual de enseñanza de intercambio internacional en Bogotá (Colombia); y con Esteves & Curtiño, que presentan un estudio participativo del sistema constructivo de la quincha en Mendoza (Argentina), poniendo en valor las diferencias locales de su uso para la conservación del patrimonio vernáculo en tierra.

Sin duda, esta permanente renovación en la gestión de la revista distingue que lo que está en juego es una continuidad de excelencia, lo cual nos compromete a suscribir las metas establecidas, y a medida que las vamos cumpliendo, también a reorientarlas; así como plantearnos nuevos desafíos, anteponiendo –en todos los casos– la reputación alcanzada por la revista, en tanto la calidad de sus publicaciones y la defensa de una ética de acceso abierto. Consecuentemente, creemos que es posible mejorar la puntualidad en el calendario planificado para los procesos de edición y post-edición en cada número, manteniendo una coordinación efectiva con los organismos de evaluación e indización externos a la revista. Por otro lado, es fundamental un impulso al uso de los contenidos de la revista con nuevas estrategias de comunicación social, con lo cual se busca, entre otras cosas, incrementar el volumen de citación de nuestros artículos. En este tema en particular, el Equipo Editorial presta especial atención a la autocitación, procurando reducir este índice considerado negativo. Además, para repercutir en nuestra visibilidad e impacto internacional, el Equipo Editorial ha puesto dedicación prioritaria en la visualización bilingüe de la totalidad de la plataforma de Estoa en Open Journal Systems. A su vez, mediante novedosas estrategias de divulgación, nos concentramos en consolidar los parámetros de internacionalización, en cuanto al número de artículos publicados en inglés, así como al número de autores y evaluadores con filiación institucional extranjera.

Finalmente, sobre esta ola de renovación y continuidad de excelencia en la gestión editorial de Estoa, resulta cabal reiterar su adscripción al Centro de Investigación de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Cuenca (CINA), con el fin de recordar los ámbitos temáticos de pertinencia para el envío de manuscritos: a) construcción arquitectónica y eficiencia energética; b) conservación del patrimonio edificado; c) ciudad y territorio; d) proyectos arquitectónicos; y e) enseñanza de la arquitectura y el urbanismo. Bajo estas condiciones estructurales, la revista Estoa se consolida en la Universidad de Cuenca (Ecuador) como un dinamizador del eje institucional de Ciencia, Tecnología e Innovación para generar resultados inéditos que puedan ser utilizados desde lo global hacia lo local y viceversa, en propuestas de enseñanza y de vinculación con la sociedad que beneficien la transformación de las condiciones de vida y el desarrollo social de las comunidades.

Ver la publicación, https://doi.org/10.18537/est.v009.n017.e01

Ver el número completo, https://doi.org/10.18537/est.v009.n017

La ciudad: poesía y horror

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Jacques (1840s). “Cour des miracles” en: Víctor Hugo (1844). Notre-Dame de Paris. Fuente: Archivo St. Michael’s College Library. Esta escena nocturna muestra una plaza llena de una muchedumbre harapienta de mendigos y lisiados que beben, cocinan y hablan sobre un fondo de casas del París medieval, ubicadas en el barrio del mercado de Les Halles.

Metafilosofía (Métaphilosophie) es un libro que hace posible el trabajo posterior de Lefebvre sobre lo cotidiano, y sus investigaciones sobre el espacio, el estado y el romanticismo revolucionario. La metafilosofía se encuentra en el centro de todo su proyecto. Georges Labica consideraba en 1997 que se trata de un trabajo fundamental, quizás el más importante de la obra de Lefebvre, un punto de inflexión crucial para su obra posterior. Un texto filosófico que pretende dejar atrás la filosofía, es un estudio lleno de tensiones productivas que colocaría a Henri Lefebvre como el metafilósofo.

Texto traducido de la obra Metaphilosophy (Henri Lefebvre, 1965) editado en inglés por Stuart Elden y publicado en editorial Verso (2016).

Extracto del Capítulo 5, La búsqueda de herederos (párrafos 2-4)

«La belleza está mintiendo y muriendo, la verdad ya está muerta. La vida tiene que ser cambiada. El amor necesita reinventarse. Lo cotidiano es el infierno y esa estación en el infierno dura para siempre».

[…] En Francia hubo un romanticismo de izquierdas, representado entre otros por los primeros sociólogos: Saint-Simon y Fourier. Marx tomó prestados ciertos elementos de este pensamiento de un romanticismo de izquierda subversivo y crítico. A partir de 1850, y de la derrota de la revolución de 1848, el pensamiento poético en Francia emprendió un camino diferente. Aparece ahora, de forma confusa pero profunda, el vínculo entre el registro y el rechazo de la vida cotidiana, entre los temas de lo cotidiano y la ciudad, entre estos temas y una exploración metafilosófica del mundo moderno. Este vínculo es explícito en Baudelaire. Los apuntes irónicos del poeta sobre la filosofía en general y el hegelianismo en particular no van tan lejos como las críticas de Marx o Kierkegaard, pero apuntan en una dirección similar. El poeta ya no dirige su mirada a la belleza natural y la verdad eterna; lo que escucha no es la palabra divina. Busca la poesía en lo fugaz y momentáneo, en lo transitorio, en lo cotidiano: la moda, el espectáculo de la calle, un París que cambia más rápido que un corazón mortal, las pinturas parisinas. Y sin embargo, lo cotidiano, fuente de vibración poética, es intolerable. La ciudad tiene estos dos aspectos: poesía y horror. Es donde crecen las flores del mal. Es pura facticidad y pureza facticia, arte y artificio.

Los poemas más vibrantes de Baudelaire, los más simples, hablan de la ciudad, aquellos en los que no explota el satanismo de un cristiano abandonado e indefenso terrorista anti-burgués,  ¿El gran mito de la ciudad se deriva de lo que el hombre descubre aquí, o del hecho de que la ciudad comienza a sobrepasar la escala humana? Lo uno no evita lo otro, pero el segundo evento tiende a cubrir al primero. Baudelaire revela en la ciudad una segunda naturaleza, que imita a la primera, pero en orden y belleza. Esta segunda naturaleza está compuesta de piedras, agua, espejos, metales. Es hermosa, sobrehumana, inhumana. ¿Dónde se posiciona el poeta? Él mora sobre la ciudad, esa presencia gigante, paisaje de piedra, monstruo de humanidad e inhumanidad. Está al nivel de las campanas de la iglesia, escuchando sus solemnes himnos llevados por el viento. La ciudad es a la vez el lugar de lo cotidiano y un refugio contra lo cotidiano. El poeta, necesariamente caído en lo cotidiano, lo rechaza. Se va a otro lado. A un otro lugar que está aquí. Dejemos este país donde la acción no es hermana para soñar. La poesía se convierte en el país y el paisaje del poeta. Él no busca cambiar la vida, sino transfigurarla por medio de la piedra de este filósofo, la Palabra, el habla poética.

Rimbaud lo dice con más claridad, proclama con más fuerza, lo que los filósofos no dicen, lo que nunca dirán desde que se suicidan (como filósofos) por la acción de decirlo. La belleza está mintiendo y muriendo, la verdad ya está muerta. La vida tiene que ser cambiada. El amor necesita reinventarse. Lo cotidiano es el infierno y esa estación en el infierno dura para siempre. La ciudad es atravesada por un inmenso temblor de fuerzas, la ciudad santa construida en Occidente, un último intento para afirmarse como ley y gobierno de la sociedad, como medida del mundo, hizo un supremo intento de definirse a sí mismo, y de definir al hombre y al ser humano, en torno a su unidad y su diversidad. Este intento –la Comuna– fracasó, ya que la creación en Europa de una democracia tendiente al socialismo había fracasado en 1848. Rimbaud, después de Baudelaire, y como Marx, vivió la derrota. No solo dedicó un gran poema a la Comuna, sino tres poemas de sus Iluminaciones dedicadas a la Ciudad presente y posible. Rimbaud siguió buscando su propio camino, o más bien su propio sendero. La poesía en él se encendió y luego se negó, rehusándose a degenerar en literatura; porque en el éxito literario lo que buscaba convertirse en creador de un estilo de vida llega a ser tan solo literatura y adornos por excelencia. Rimbaud es la rebelión en estado puro, la rebelión de un niño contra el mundo que lo aplasta. ¿Y qué es lo que aplasta la infancia y la inocencia del niño? Sobre todo, la vida cotidiana. Rimbaud, incapaz de cambiar la vida, buscó la alquimia de la Palabra: la transmutación mágica de lo cotidiano en un discurso poético. Lo logró, pero este éxito fue una derrota. Nada cambió, excepto la literatura. Luego se quedó en silencio. Rimbaud se fue, habiendo escrito: Uno no se va. Lo que significa: que nadie se va nunca, puesto que cada persona se lleva consigo a sí mismo. El poeta solo se queda para el silencio y la muerte.

Discurso de clausura para el Encuentro «El futuro del pasado. El patrimonio en buenas manos».

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El patrimonio cultural como medio práctico-sensible para una innovación social transformadora.

Me encantan las preguntas de siempre.

Ah, las viejas preguntas, las viejas respuestas,

¡no hay nada como ellas!

Estas son algunas de las líneas escritas por Samuel Beckett en su drama de teatro titulado “Fin de partie” o Fin de la partida. Empiezo por aquí, para invocar el retorno a las viejas preguntas. Y una vieja pregunta con relación al patrimonio cultural podría no ser tanto ¿Qué se debe hacer? sino ¿Dónde empezar de nuevo? Puede que allí, el Futuro del pasado cobre aún más sentido. Entonces, para viajar al futuro habrá que regresar a aprehender lo práctico-sensible y preguntarnos cómo despertar el amor por las cosas que realmente importan en nuestra vida cotidiana, y qué fibras o códigos debemos tocar para conservarlas.

Un código no consiste en un sistema de reglas prefabricadas. Todo código define un espacio centrado, abriendo un horizonte en torno a un mensaje, a un texto, desplegándolo y, consecuentemente, cercándolo o cerrándolo. Este texto puede ser práctico-sensible y social, por tanto no siempre escrito. Porque las relaciones sociales ya no aparecen solamente como abstracciones y formas, sistemas de contratos o de valores, instituciones o ideologías; sino también como un conjunto de campos sensibles diferenciales y articulados. De acuerdo a Henri Lefebvre, este movimiento de las relaciones sociales, a saber lo práctico-sensible constitutivo del mundo social considerado como valor de uso, no puede dejarse reducir. Este criterio trae un conflicto real que corresponde, sobre el plano teórico, a las luchas que se desarrollan en la práctica social y política entre los poderes homogeneizantes y las capacidades diferenciales.

Este asunto me ha llevado a entender, escuchando a nuestros queridos invitados, Toa (Saraguro), Ronald (Costa Rica), Paúl (Cochapata), Edison (Oña-Susudel) y Don Isidro (Agua Blanca) hablar de sus proyectos, y sobre la experiencia de co-construir, co-diseñar, en fin, sobre cooperar, que nos hablaban de diferencias. Diferencias que adquieren valor en ciertas prácticas que les permite vivir de manera diferencial, sensible; y en la mayoría de casos presentados, también les permite transformarse. Siendo esta, la raíz de los procesos de una poderosa innovación social.

Desde este enfoque de innovación se presenta una visión general sobre el desarrollo de las prácticas socialmente innovadoras, alrededor de las cuales surgen nuevas dimensiones que revelan su potencial: Primero, la creación de espacios y mecanismos de autonomía social; segundo, el empoderamiento comunitario, particularmente de colectivos con elevados niveles de vulnerabilidad socioespacial; y tercero, la posiblidad de desarrollo de nuevas dinámicas institucionales que impulsen los derechos sociales.

Este curso de la innovación es la que distingue al trabajo del grupo de investigación Ciudad, Patrimonio Mundial (CPM https://www.ciudadpatrimoniomundial.com), en tanto que más allá de la figura del sujeto emprendedor, los procesos de innovación que estimulan tienen una raigambre territorial, a través de la cual, la innovación social se define como las prácticas y los procesos a través de los cuales, las comunidades responden a sus necesidades básicas, en la búsqueda de transformar las relaciones de poder y la conquista de capacidades que les otorguen mayor autonomía. Así, varios autores han llenado recientemente este nuevo concepto de innovación desde la visión de la transformación social, acercándolo a los estudios de gobernanza y desarrollo territorial, basados en las teorías del cambio social y la acción colectiva. En concordancia, otros investigadores, remarcan que esta innovación social está orientada, no solo a plantear soluciones innovadoras en el orden de dar respuesta a necesidades sociales, sino también a facilitar el desarrollo de nuevas formas de organización y de interacción para abordar los problemas sociales.

En este marco, son alentadoras las capacidades de innovación demostradas para generar lazos de comunidad, proponer alternativas a formas dominantes de producción, trabajo y consumo; para responder a necesidades básicas insatisfechas, o salir en defensa del territorio, medio ambiente, patrimonio cultural y de los propios derechos sociales; así como, para empoderar a colectivos que sufren discriminación e influir en las políticas públicas.

De este modo, varios de los retos en los procesos de innovación social se discuten en las dimensiones de su sostenibilidad y escalabilidad. Se sugiere por sostenibilidad, la capacidad de dichas iniciativas de mantenerse en el tiempo, evitando su desarme, una vez que se debilita el empuje de su núcleo impulsor. Y por escalabilidad, que estas mismas iniciativas tengan la posibilidad concreta de trascender el ámbito microlocal de actuación en el que surgen habitualmente, creciendo hacia escalas territoriales más amplias y replicándose en otros colectivos o territorios. Es probable, que este sea el mayor desafío en las prácticas sociales innovadoras transformadoras, ya que escalar territorialmente depende de los apoyos por parte de los poderes públicos (entre los que figura la academia) quienes juegan un papel clave en la consolidación y expansión de estas prácticas.

Desde su casa, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Cuenca, estamos convencidos que la fortaleza del grupo CPM es ir incansablemente tras esos desafíos. Y este encuentro es una muestra tangible del sentido de lo práctico-sensible revelado en cada una de las prácticas expuestas. Pero probablemente esto no sea suficiente, porque tal sentido vive una lucha permanente contra la inercia institucional, y sobre todo contra la partida neoliberal que mercantiliza nuestros patrimonios, turistificándolos, endeudando nuestros cuerpos, hipotecando nuestras vidas, para condenarlas o expulsarlas, poniéndolas al servicio de intereses alejados y muchas veces contrapuestos a los deseos no alienados de las comunidades.

En última instancia, aquello que nutre la espiral del futuro del pasado no estará entonces en pensar que la conservación del patrimonio cultural es la meta o un fin en si mismo. Y si quisiéramos responder a la vieja pregunta sobre dónde empezar de nuevo, el patrimonio cultural posiblemente sería un medio, una mecha que enciende los viejos y nuevos vínculos humanos, ya no solo el recoser del tejido social, sino el avivamiento de la chispa que despierta los conflictos no resueltos de nuestra memoria, sobre nuestros símbolos. Allí probablemente reside su valor actual, porque una vez restituido colectivamente, ese espacio de representación resignificado se convertirá en legado del trabajo, la solidaridad, la energía y el esfuerzo social que lograron cambiar una situación concreta en la vida cotidiana de la gente.

Cultural Heritage SA y el sueño moderno: Un hotel llamado Quito, símbolo de ti, símbolo de qué, símbolo de clase

Si usted identifica el discurso realmente existente en la arquitectura «moderna», su ideología, ahora imagine el discurso sobre el patrimonio arquitectónico moderno poniendo en valor al discurso anterior, reproduciendo su ideología, llevando la alienación a toda la sociedad.

Fuente: Jonathan Machado (2019). Ex trabajadora del hotel Quito.

En un proceso irreversible de urbanización capitalista en el centro norte de la ciudad de Quito, no debería sorprendernos el desenlace del bien inmueble donde funcionaba el Hotel Quito, que en su etapa final fue convertido en un paquete accionario en el mercado bursátil, dejando a centenas de trabajadores y familias en el desempleo. Y no debe sorprender, porque el tiempo del edificio de generar rentas favorables y una revalorización del suelo terminó. Esta explicación se sostiene, de modo general, mirando el cause natural de la marca del urbanismo y la arquitectura modernos en el resto del globo.

Tampoco presenciamos un momento atípico en el discurso patrimonialista, en el que se prepara un relato de lo que hay que conservar, en nombre de una élite decadente que prefiere resguardar sus intereses de glamour y folclor, a aceptar la irremediable embestida de capitales transnacionales; que curiosamente son los mismos con los cuales se forjó este objeto de culto arquitectónico, símbolo de una identidad local de los años 60.

Otra vez, la petit burguesía intelectual ha decidido qué se debe conservar, en oposición a la vocación de un suelo que probablemente no han intentado ni les ha interesado revertir. Ojalá la hubiésemos visto preocupada por los despidos de los trabajadores que llevaban allí decenas de años, o por la cotización en capital ficticio de un bien inmueble subastado, vendido y revendido entre públicos y privados. Ahora, en la desesperación de perder uno de los últimos emblemas de su identidad de clase, se abren exposiciones, inician conversatorios, debates y foros especializados para salvar un símbolo ¿de qué? En otro plano, por supuesto, de la violencia urbanística y la dominación cultural, algo de lo que nadie parece querer hablar. A lo sumo, se oyen esas voces paternalistas que hablan, en romance, de una simbiosis cultural perpetrada en un giro de diplomacia multicultural y cafés políticos de la belle époque quiteña.

De prevalecer la lucha conservacionista, esta fracción de la burguesía urbana tendrá un gran desafío, pasar del marco de la conservación de un bien inmueble atado a un paisaje privilegiado para pocos y una historia de explotación social, hacia la construcción de un relato que busque frenar la voracidad inmobiliaria, al menos en ese pedazo de la ciudad, y devuelva un sitio exclusivo al resto de la comunidad. Esto significaría a todas luces, desafiar al modelo rentista de gestión público-privado y tener la fuerza de proponer la democratización de un patrimonio suntuoso, es decir, colectivizar el lugar que ocupa el hotel llamado Quito: símbolo de modernidad soñada, símbolo de clase y símbolo inequívoco de la mercantilización de la ciudad a través de la arquitectura de estilo internacional, el turismo de lujo y la folclorización de las culturas aborígenes. Reto imposible, desde mi punto de vista, si se sigue defendiendo el patrimonio de las fichas e inventarios y no el patrimonio de la gente.

Gritando vendrá la primavera

Se solicita del hombre que devuelva a la tierra lo que recibe de ella…
un grito a la memoria que recuerde:
que no hay octubre malo que por bien no venga
la práctica social de lo posible-imposible
cadena de piedras de río en barricada
que ponga al sistema contra el sistema.

Se solicita del hombre que devuelva a la tierra lo que recibe de ella…
un grito al espacio que comprenda:
que la ciudad es del campo
y el espacio doméstico ha sido domesticado
forma de lo posible de un urbano invencible
lugar de todes los desobedientes buenos y malos.

Se solicita del hombre que devuelva a la tierra lo que recibe de ella…
un grito al silencio que no calle:
ante la supervivencia del capital a costa de pandemias
que manda en instituciones y pretende acallarnos
statu quo de un bicentenario falsamente diverso
en cabina sorda de nobles voces zalameras.

¡Basta!

Hoy, ya no solicitamos más nada
devolvemos a la tierra lo que es de ella
el trabajo silencioso de las masas oprimidas
que florece de rabia en una escalinata.
Ni ciudadanos del mundo ni ciudadanos de algún sitio
somos estudiantes, familias, gente de abajo que grita:

¡No hay futuro!
pero somos utopía concreta
movimiento del presente gritando
¡¡octubre es primavera!!

Velada libertaria. Escalinata de la dignidad, Cuenca, Ecuador (octubre 9, 2020).

Cuarentena de lo urbano

Límites creativos por virus de soledad
revelaciones diarias de vacío, desorientación:
—naturaleza o dios—
¿a qué debemos temer hoy?

La esperanza de la acumulación
(de flujos ficticios, desregulación)
de nada sirvió ni servirá
menos en cuarentena urbana
fin del consumo del espacio improductivo
quiebra del ocio global.
¿Y la esperanza cibernética?
lucha histórica contra el antropo
anti-revolución de lo vivido
que en realidad suspendida
plantea por qué vivir mañana.

Más allá del miedo
entre nuevos facismos
ecológicos y religiosos
el pánico es lo vintage
se venden vacunas
lo que haga falta
florecen flores, charlatanes
de la adaptación en conformidad
‘couches’, proclamados, vicepresidentes
exigiendo disciplina
obediencia y larga siesta.

Vendrá la reconstrucción global y tendrá tus ojos
la democracia profesional, despiadado capital.
A mis casi 37 venció la urgencia de miedo
el mundo no está.

1958_1960 CONSTANT new babylon
Constant N. (1953). Boceto de la New Babylon

Los franeleros dominan la ciudad

El siguiente cuento se produjo en el contexto del Foro realizado en junio de 2019 sobre la plaza San Francisco de la ciudad de Cuenca, organizado por el Colegio de Arquitectos del Azuay. En este conversatorio, un funcionario municipal de rango medio llegó a decir que los franeleros dominan la ciudad de Cuenca, y que había, en conclusión, que limpiar las calles, esquinas y plazas (especialmente las del centro histórico) para librarnos de unos grupos pequeños pero maléficos que se han apoderado de la ciudad. (https://www.facebook.com/caeazuay/videos/558345364692867/).


Sobrina mimada del dios capital, la UNESCO deja declarando qué vale y sobretodo qué no. Si no vale habrá que hacer valer. Para eso, dice, se tiene que liberar, hay que limpiar, pero habrá que limpiar bien, y si eres buen limpiador hasta un tuit alhaja se puede obtener. El administrador que no sabe cómo limpiar, obediente señala lo que se debe limpiar, llama a la academia, pide que enseñe, que explique cómo se limpiará. Llega el proyecto, guste o no, igual obediente, llega la política también… Ahí, entre vericuetos, dicen que limpiado está. Pero gremios y cámaras de la localidad, convencidos que representan a la gente de a pie, se quejan porque mucho valor no llega, y limpio limpio no está. No saben bien qué hacer pero insisten que se debe limpiar bien, que se ha privatizado la plaza de todos. ¡Sí! a favor de grupos de presión, unos cholos que ordenan a la autoridad, ¿podrá creer…? Después de tanto tiempo diciendo que la plaza apesta, esa gente fea que vende cosas feas se apropió del lugar, capaz conscientes que a ellos mismos es que hay que limpiar, que de ellos, los funcionarios suquitos y no tan sucos se quieren librar. Por eso mismo, este texto no se llama: «si van a privatizar la plaza que sea con gente y cosas bonitas», porque a la casta y aspirantes a casta les vale carpeta la plaza. Como en los cuentos: limpiarán y limpiarán… pero la gente sencilla volverá a ensuciar el lugar.

¡Ah, cierto! los apestosos de la placita mandan a decir a la universidad que figuritas felices de render no serán jamás; y que venga el gremio o el suquito del municipio que venga, que limpie nomás, porque cada vez más organizados y peinaditos los encontrarán.


Me voy a jugar en el Espacio Público
– ¿pero eso qué es?
– pura ideología.