‪Cada día confío más en la honestidad del vicepresidente, en parte gracias a la mediocridad del conjunto de la oposición y su despreciable estrategia manipuladora, pero también, por cómo él y el gobierno han encajado varios ataques. Esta apreciación la lanzo desde una orilla físicamente lejana, por tanto, toma forma de intuición, pero intenta moverse por el sendero más apegado a la verdad.‬

‪A partir de aquí, es de sorprenderse o no, por la ingenuidad de una fracción de clase media, en apariencia traicionada y en realidad manipulada, que ha hecho el juego a la derecha más arrogante del país, sobre todo, en época de campaña.‬ Si esa fracción «izquierdista» (manipulada y resentida) de la clase media, no reacciona –el 19F– por la única izquierda posible, entonces más vale que se plantee ser una alternativa y participe en las próximas elecciones, en vez de ser –como ha sido en los últimos meses– directa o indirectamente, muleta de una derecha latinoamericana que se muestra implacable.

Esta fracción compuesta en buena medida por una burguesía intelectual crítica (pero no autocrítica), se instala en una zona de comfort más amplia: la del «nadie nos representa». Y aunque sigan siendo una minoría (nada silenciosa, por cierto), su voz se amplifica a través de los medios tradicionales y tecnológicos, que a su vez, buscan imponer una agenda propia, interesada únicamente en reproducir las relaciones y medios de producción neoliberales que los perpetúan.

Dentro de este grupo, incluso los más atentos intelectuales ya no hablan del neoliberalismo, porque saben que está muriendo, y de forma «bien» intencionada, lo están sofisticando, ósea naturalizando, humanizando bajo la sombra de un post-neoliberalismo global, que entre otras cosas, quiere salvar un mundo donde hay pobres y no a los pobres del mundo. Esto implica en último término, ampliar las desigualdades con los más ricos en un sistema capitalista menos salvaje, que trata por todos los medios de mejorar las condiciones materiales de la fracción hegemónica (fácilmente identificable) de esa clase media.

Es de suponer que la fracción de izquierdas (más difusa) no incidirá en los resultados del #19F, aunque francamente no lo sé. De algo estoy más seguro, así lo haga o no, seguirá en el cajón, sub-útil, y peor aún, en el campo ciego del proceso, por mucho o poco que tenga de transformador –a mi parecer, mucho–.

Claramente lo digo, si mi primera intuición falla, el ingenuo habré sido yo, y no ellos, sin que esto desautorice, necesariamente, el resto del análisis.

Las vísperas del #19F