¿Escapas del globo de consumo?, ¿conoces un bosque en el que nadie logre verte?, ¿huyes de tus asépticos hábitos?, ¿conoces el sitio más profundo de alta mar?. Seguro quedan más salidas a borrarte y cortar camino. Busca un lugar en el cual despierte el silencioso to be, en donde la geografía se origine de los nichos, accidentes hechos de escaleras espirales y suenen las duelas llenas de bichos que olviden salir a beber el licor de los otros. Busca, las puertas de «el nicho» están abiertas, y la sal, la música, el café, los peores libros y películas te esperan. Pueden venir todos los seres que crean que la vida es buena si plantea problemas, los de la izquierda y la derecha, los que dudan, los ciegos, los amantes, los canallas, los solitarios, los que escapan de la realidad y del frío, los poetas que roban las almas, los ladrones que roban a los poetas las ideas, los que aman la rarísima llegada de las lluvias, los que van con una mochila de viaje, los marineros, los terroristas del placer, y los sicarios que rematan sus armas a cambio del único sexo posible. Serán bienvenidos los malos cocineros, los últimos locos y los músicos de buche aventajado. Desde el naufragio, en una isla artificial irresistible imán del deseo, templo sagrado del Eros: el nicho donde caben todos y no dos; éste desnudo desnudado, éste rebelde despistado bebedor de escalofríos, explorador de labios submarinos poseído de mí, los invita a todos, quienes facturen con sus propios códigos a refugiarse en su espacio de resistencia y utopías.